martes, 27 de mayo de 2014

La inteligencia emocional

En nuestra sociedad ha persistido la idea de la persona inteligente. Ya sabemos todos que la inteligencia académica no es suficiente para alcanzar el éxito personal y profesional ni tampoco nos garantiza la felicidad en nuestras vidas. Las personas más exitosas son aquellas que supieron conocer sus emociones y las gobernaron de manera que colaboraran para alcanzar sus metas en la vida.

La inteligencia emocional se define como las habilidades para comprender las emociones y equilibrarlas, de tal manera que podamos usarlas para manejar nuestra conducta y nuestros procesos de pensamiento.  

Posee 4 grandes componentes:

       Percepción y expresión emocional: reconocer de forma consciente nuestras emociones e identificar qué sentimos y ser capaces de darle una etiqueta verbal.
          Facilitación emocional: capacidad para generar sentimientos que faciliten el pensamiento.
       Comprensión emocional: integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios emocionales.
       Regulación emocional: dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz.

Estas habilidades están enlazadas de forma que para una adecuada regulación emocional es necesaria una buena comprensión emocional y, a su vez, para una comprensión eficaz requerimos de una apropiada percepción emocional.

La Inteligencia Emocional se puede utilizar sobre uno mismo (competencia personal o inteligencia intrapersonal) o sobre los demás (competencia social o inteligencia interpersonal). En este sentido, la IE se diferencia de la inteligencia social y de las habilidades sociales en que incluye emociones internas, privadas, que son importantes para el crecimiento personal y el ajuste emocional.

Una vez llegada la adolescencia, una buen manejo de las emociones, dotarán a los chicos y chicas de herramientas para prevenir los consumos de drogas, la violencia y las conductas delictivas y un repertorio de comportamientos de riesgos dirigidos a la búsqueda del placer como la conducción temerario, el sexo indiscriminado…

Para los padres y madres, también es muy importante dominarlas ya que, ante una conducta desadaptativa, de poco sirve echar la charla o amenazar con “no lo vuelvas a hacer”. Lo ideal es ejercitar con los hijos las capacidades descritas anteriormente para ir aumentando el repertorio emocional del niño. Como padres, es nuestra obligación educar a nuestros hijos para que puedan vivir de la manera más sana y feliz.